Las plantas nativas consumen menos agua que las especies introducidas ya que están adaptadas a nuestro suelo y clima, resistiendo de muy buena manera los calurosos veranos y fríos inviernos. Requieren poca mantención como fertilizantes, poda o replantes.
Poseen defensas naturales contra insectos y enfermedades. Favorecen a los polinizadores naturales y la fauna local entregándoles refugios y alimentos. Los árboles nativos favorecen la biodiversidad restaurando nuestro delicado y menoscabado hábitat mediterráneo y nos da un sentimiento de pertenencia respecto a la flora de nuestro país.